miércoles, 7 de septiembre de 2011

La Locura como Medida de Modernidad

Septiembre del 2010 vio pasar el Bicentenario de la Independencia Mexicana con bombos y platillos, carreteras re-ignauguradas, vías públicas con segundos pisos, conciertos y fuegos artificiales que brillarán en el cielo hasta el tricentenario. Es decir, por todo lo alto.

Buena jugarreta histórica nos juega el destino que nos observa celebrar tan importante aniversario patrio en medio de tal caos social como no se había visto desde hace cien años, justamente. Entonces la Revolución estaba por comenzar, el país estaba dividido por gran inequidad y el pueblo pasaba hambre. Después de vivir treinta y cuatro años bajo la dura mano tutelar de Don Porfirio Días, y a pesar del gran crecimiento social y estabilidad política, el país estaba listo para un cambio que el gobierno no estaba listo para dar.

"Al pueblo, pan y circo" dirían los romanos y el porfirismo estaba de acuerdo. En el septiembre de 1910 también hubo grandes celebraciones en medio de la crisis social más grande en cien años. Un siglo atrás, La Guerra de Independencia había dejado entre sus escombros un país independiente pero cubierto de sangre y polvo al que le tomaría buena parte del siguiente siglo encontrar su propia voz.

Dicen que no hay nada nuevo bajo el sol, que todo es cíclico y si que hoy guardas los pantalones acampanados de tu madre, en cincuenta años otra generación los verá renacer bajo las luces de una nueva pasarela. Todo es cíclico, y al parecer en México lo son también las guerras... pero ese es tema para otra ocasión. Lo que es particularmente notorio es cuánto se parece la situación del México moderno con la del México Porfiriano.



En 1910, a penas a unos meses de que se desatara la nueva guerra, la élite porfiriana celebraba con gran derroche, fiesta, carros alegóricos, desfiles, monumentos, obras de ingeniería, libros conmemorativos, exposiciones científicas y concursos. Sin embargo, el evento seleccionado para dar inicio a los festejos el 1 de septiembre de 1910 fue la inauguración del Manicomio General, mejor conocido como La Castañeda.

La novísima institución psiquiátrica, erigida en la antigua hacienda de La Castañeda en el viejo pueblo de Mixcoac, marcó el inicio de la psiquiatría moderna en México; siendo clausurados así los antiguos hospitales para dementes de San Hipólito y el de Divino Salvador (ambas, instituciones coloniales).

¿Qué te parecería celebrar el tricentenario de nuestra independencia con la inauguración de una nueva institución mental que sea reconocida como la mejor a nivel mundial? Sin duda alguna, es una forma extraña de dar comienzo a las festividades y nos obliga a preguntarnos: ¿Qué ideas había en la mente de la sociedad de aquellos días como para celebrar el centenario con un manicomio?

Para entenderlo hay que volver sobre nuestros pasos y recordar la filosofía prevalente de los días anteriores al advenir de la psicología como ciencia reconocida. Entonces los locos y los criminales eran aquellos que, según la lógica positivista, degeneraban la raza. A este tipo de sujetos se les consideraba una amenaza al proyecto de nación moderna ya que, por causa de una nociva herencia biológica o por carencia de principios morales, al reproducirse tendrían hijos epilépticos o imbéciles y los criminales engendrarían más criminales. La Castañeda se erigió como el espacio para aislar a una muchedumbre de hombres y mujeres de todas las edades y condiciones sociales que cabían en aquél cajón de sastre llamado locura. Había alcohólicos, sifilíticos, neuróticos, ancianos dementes, epilépticos, militares con traumas de guerra, jovencitas histéricas, heroinómanos, opiómanos, fumadores empedernidos de marihuana, peleadores callejeros, hombres de negocios melancólicos frente a la bancarrota, niños "anormales", discapacitados, y esquizofrénicos.

Se contrataron miles de obreros para la erección del novísimo manicomio que ocupó 78.480 metros cuadrados y consistió en un complejo arquitectónico de 25 edificios con capacidad para 1200 internos. La estructura consistía en tres hileras de edificios: los centrales para la administración, servicios generales, vivienda de empleados, los talleres, la huerta y el mortuorio. La hilera de la derecha albergaba los pabellones para hombres y la izquierda los de mujeres. Los pabellones estaban distribuidos de la siguiente manera: El Pabellón de Distinguidos, donde vivían aquellos que pagaban una mensualidad y tenían un pequeño cuarto individual, una enfermera permanente y una mejor dieta. Estos internos siempre oscilaron entre el 16% y 23% de la población total; lo que nos hace cuestionar la idea de que todos los locos eran pobres.

El Pabellón de Epilépticos, que era sin duda la enfermedad mental que más llamó la atención de los psiquiatras a finales del siglo XIX en México y que debían ser encerrados por ser considerados como sinónimo de peligrosidad social, ya que un epiléptico podía matar a alguien sin argumento ni remordimiento.

Uno de los pabellones más grandes era el de Alcohólicos, mientras que el de Alcohólicas era de los más pequeños. Se consideraba al alcohol como la más poderosa causa de la degeneración racial de los mexicanos y el origen de todos los problemas sociales, pues se suponía que los alcohólicos tendrían hijos epilépticos, quienes, a su vez, procrearían imbéciles, que extinguirían la raza.

En la década de 1920 disminuyó notablemente la cantidad de alcohólicos en La Castañeda para darle lugar a otras "enfermedades" como la opiomanía, cocainomanía y la heroinomanía. Quienes eran sorprendidos en el consumo de estas sustancias eran remitidos al Manicomio. La mayoría de los consumidores de cocaína y heroína eran jóvenes pudientes, muchos de ellos estudiantes de química o de medicina. Mientras que los consumidores de opio solían ser de origen chino y eran remitidos de los Estados del norte de la república. Fue tal la cantidad de consumidores de drogas que llegaron en este periodo que se creó en el Manicomio, el Hospital de Toxicómanos.

También existía el Pabellón de Imbéciles. Allí eran encerrados todos los que padecían síndrome de down, autismo y todos aquellos enfermos mentales con discapacidades. Este era el espacio más trágico porque de allí se reportaban los más altos niveles de mortalidad ya que al ser considerados como incurables, las familias los dejaban encerrados hasta que fallecían.

Los pabellones más grandes eran los de Tranquilos A y Tranquilas A. Este era un amplio espacio de dos plantas en el que convivían todos aquellos que no tenían dinero para pagar una mensualidad, clasificados como indigentes. Pero, además, allí se mezclaban todos los enfermos mentales que no eran ni epilépticos, imbéciles, alcohólicos o agresivos. Para estos últimos estaba el Pabellón de Peligrosos, donde se les tenía aislados y encerrados. Algunas veces no es que fueran necesariamente peligrosos, pero si eran remitidos por alguna cárcel, eran encerrados previniendo que se fugaran. Finalmente, estaban los pabellones de Tranquilos B y Tranquilas B. La única diferencia con los tranquilos A era que estos pagaban una cuota mensual que les permitía comer mejor.

Para reforzar el proyecto terapéutico del Manicomio se contaba con espacios para clases de gimnasia, talleres de manualidades, una huerta, un establo con gallinas, cerdos y unas cuantas vacas. Además, el manicomio contaba con la Escuela para niños anormales, donde se buscaba impartir educación especial a los internos que estuviesen en capacidad de aprender; tristemente, este proyecto fracasó ya que con una sola aula y una profesora no era posible cubrir la demanda. En contraste, uno de los espacios que más aceptación tuvo entre los internos y sus familias fue el cine. Éste funcionaba en un amplio auditorio donde los días de visita solían proyectarse las películas de moda; así, los internos podían asistir con sus familiares.

A este disparejo grupo era a lo que se le llamaba locura en 1910. Nuestras definiciones de locura y la tentativa terapéutica ha cambiado con el tiempo; mientras hacía la investigación correspondiente a esta publicación me encontré con diversos casos de 'locura' a través de la vida misma de La Castañeda (1910-1968). Esto complementado con mi propia experiencia como estudiante de medicina me llevó a la siguiente conclusión: La forma en que diagnosticamos, catalogamos y tratamos a nuestros 'locos' habla más claramente de nosotros que cualquier discurso sobre el estado de la sociedad moderna.

Hay cantidad de historias que yacen enterradas entre los escombros de lo que fuera el modernísimo Manicomio y muchas otras que sobrevivieron en historias clínicas archivadas a través de los siglos. Reducir a ellas la historia de la institución sería quedarse en lo anecdótico y no pretendo de ninguna forma sugerir que ellas son la medida real del estado de salud mental de una ciudad en un momento en el tiempo, los estadistas y epidemiólogos harán un mejor trabajo de eso. Tampoco pretendo ignorar los muchos escándalos que persiguieron al Hospital en sus años tardíos pero, seamos sinceros, qué Hospital Psiquiátrico aún hoy en día no lleva consigo un estigma en el momento mismo de su construcción? En nuestra mente, el lugar donde la locura habita siempre estará lleno de sombras oscuras y monstruos que acechan mientras dormimos.

Lo que no podemos negar es que los locos son elocuentes testimonios de su propia sociedad. El análisis histórico de las enfermedades mentales es una ruta que nos permite explorar facetas no tan obvias de una sociedad. Aquí te dejo cuatro historias que distan mucho de aquellas de héroes y victorias épicas; estas sirven como ejemplo de las muchas historias de aquellos que perdieron durante la Revolución.

1. Rodrigo V. tenía 28 años en 1918 cuando llegó a las puertas del Manicomio. Era estudiante de derecho y hablaba ingles, francés y alemán. Durante los pocos meses que allí estuvo le dio clases de literatura a sus compañeros del Pabellón de Tranquilos A, a peso la hora. Antes de enloquecer trabajaba en el Archivo del Juzgado Menor de Querétaro; durante 1915 debió portar un arma y cuidar durante las noches los documentos que allí se resguardaban. Una noche llegaron los zapatistas que le arrebataron el archivo no sin antes asesinar a uno de ellos. Tuvo que huir y cuando fue retenido por carrancistas, fue acusado de traidor por haber apoyado al Gobierno Convencionista en 1914. Dicha acusación le desencadenó una neurosis que lo llevó al manicomio. No podía entender porqué, si él había apoyado al pueblo que se armó en 1914, ahora lo venían a considerar como un traidor si, total, “¿qué gobierno reconocido había en 1915?”. Rodrigo afirmaba: “Yo soy el que se fue con todos, menos con los traidores. Mas ahora soy ¡preso!”. Ahora padecía de una “simple 'locura' escrita en el cartoncito que tengo en la cabecera de mi cama”. Su único deseo vehemente “de que se estableciera la paz no solo en mi país sino en Europa”; y agregaba que en ese momento todos “han cooperado con su voluntad para unificar la opinión y depositar sus respetos en el que hoy es guardián de sus derechos, el Sr. Dn. Venustiano Carranza”. Pero él, que no apoyó al carrancismo, solicitaba que se le reconociera su lealtad al constitucionalismo para poder salir a trabajar.

2. Otro joven originario de Querétaro ingresó al manicomio en 1916 afectado de “neurastenia” según el diagnostico médico. Proveniente de una familia que vivía en la opulencia este hombre perdió la cordura en medio de la demencia propia de la guerra, “Generales y Ejércitos entraban, salían o peleaban; robaban, asesinaban, mataban, saqueaban, cateaban, fusilaban o echaban leva con quien querían.” Según una extensa carta en la que describió ampliamente las causas de su “debilidad cerebral”, señalaba que había enloquecido a raíz de la muerte de su padre, quien siempre lo había protegido y apoyado en los estudios. Todo inició porque los villistas habían despojado al padre de todos sus bienes, orillándolo a morir de “espanto”; después “los villistas entraron a la casa, amenazaron a mi familia y nos quitaron todos los bienes quedando mi Madre, dos hermanas, una sobrina, dos sirvientas, cuatro hermanos y yo en la miseria más espantosa. En tan crítica situación, mi madre no me dejaba entrar a la casa que fue lo único que nos quedó”.  Siendo un joven de buena posición en pobreza total y si el padre que le ofrecía todas las comodidades, se sumió en la depresión. “Desesperado de verme en tal aprieto me entregué al abandono dándome á los placeres mundanos con las mujeres, el pulque, aguardiente, tequila, coñac, jerez, vistas, bailes y placeres públicos; pudiendo resistir mi cuerpo tres meses junio, julio y agosto. Aprehendido por la policía reservada de la capital de la república mexicana que en esa época fue Querétaro [...], el Gobernador de Querétaro, Federico Montes, ordenó me trasladaran por el bien mío y de todos.”
Su comportamiento maniaco depresivo lo llevó al manicomio en tres ocasiones, sólo para pasar días llorando en los rincones acordándose del padre y maldiciendo la vida que tenía ahora en el manicomio, gracias a la revolución que le había arrebatado la buena vida.

3. Guillermo tenía 32 años cuando ingresó al manicomio el 20 de mayo de 1918 afectado de una “demencia precoz paranoica”. Según la historia clínica que le hicieron al momento del ingreso, fue un soldado que combatió en El Ebano (SLP), lo cual fue confirmado por su acompañante. Allí sufrió quemaduras graves y los pies se le inmovilizaron por un buen tiempo. Cuando le otorgaron la baja regresó a su hogar en Nuevo León donde “sufrió muchos y graves ataques en el rancho de su familia -saqueos-”. Además de perder buena parte de sus recursos, “los bandidos trataron de darle muerte por estrangulación, colgándolo de un árbol”. De esto logró salir con vida, pero no volvió a ser el mismo. En adelante, la familia se asombró por sus “actos de prodigalidad” debido a que regalaba el maíz y los víveres; además agredía “con un palo” a la madre y las tías que se oponían a tan excesiva generosidad. Por este comportamiento fue internado un tiempo en el manicomio. Una vez internado prefirió dormir siempre en el suelo, argumentando que “estando en la cama fue asaltado por bandidos y cree substraerse de un nuevo asalto durmiendo en el suelo”. Según la tía, la locura de Guillermo venía desde los cuatro años, cuando lo pateó una mula ya que a raíz de ello se tornó aislado y sólo se dedicó a leer. A medida que fue creciendo manifestó una clara tendencia a la depresión ya que "daba a entender que su vida era azarosa y  llena de amarguras". Posiblemente en busca de algo de sentido en su vida, se incorporó a las filas del carrancismo en Veracruz y de ahí a Tampico donde tuvo el mencionado accidente en el que estuvo a punto de perder los pies por la explosión de un depósito de chapopote. Cuando regresó a la casa sumido en la depresión, solía tomar 20 litros de café, comía 45 huevos con 8 litros de leche, todo esto en un solo día. En medio de semejante depresión, “los bandidos” trataron de matarlo en el rancho en dos oportunidades. Después de ello terminó en La Castañeda... sólo por dos meses.

4. Amelia, una mujer de 42 años, escribió una muy pequeña autobiografía cuando ingresó a La Castañeda. Ella relata que en plena revolución villista en 1914, “cuando las vías ferrocarrileras se veían constantemente amenazadas por partidas de revolucionarios”, tuvo que viajar de Zacatecas a Estados Unidos durante diez o doce días en un vagón usado para el transporte de ganado. Este viaje se debió a que el padre había sido desterrado “por cuestiones políticas”; razón por la que la travesía estuvo llena de zozobra, ya que si era detectado podía ser fusilado de inmediato. Cuando llegaron a Estados Unidos, sus nuevos pesares obedecieron a un “arranque de delirio furioso” que se le presentó a uno de sus hermanos, quien también había sido desterrado por motivos políticos y era un habitual consumidor de “drogas heroicas”. Según Amalia, pese a estas contrariedades, su vida fue muy feliz mientras estuvo fuera de México ya que siempre fue “muy sensible a las miradas indiscretas que su cuerpo mal formado provoca en las gentes de poblaciones pequeñas”. No sabemos exactamente qué tipo de deformidad padecía esta mujer pero suponemos que también fue otro ingrediente en su sensación de marginalidad. El regreso a Zacatecas en 1917 fue tan impactante para ella que estuvo llorando un mes sin interrupción; desde entonces se negó salir a la calle, con excepción de dos oportunidades en las que, por la fuerza, fue llevada al manicomio. Una vez encerrada, los médicos notaron que "habla sola y a escondidas, y habla de persecuciones y diablos”. Amalia fue diagnosticada como demente precoz hebefrénica. Pasó ocho años en el manicomio antes de que se le diera de alta por solicitud de su hermano.

Carrillo, Ana María, (2002), "La profesión médica ante el alcoholismo en el México Moderno", en Cuicuilco, 9, XXVI, pp. 295-314 Alfaro Guerra, Patricia Guadalupe. (s.f.), Cine en el Manicomio, 1914-1967. Mecanoescrito Archivo Histórico de la Secretaría de Salud (AHSS), Fondo Manicomio General (F-MG), Sección Expedientes Clínicos (Se-EC), caja 60, exp. 54, ff. 12 AHSS, F-MG, Se-EC, caja 60, exp. 54, ff. 21 AHSS, F-MG, Se-EC, caja 68, exp. 45, ff. 26 AHSS, F-MG, Se-EC, caja 68, exp. 45, ff. 26 AHSS, F-MG, Se-EC, caja 68, exp. 45, ff. 28 AHSS, F-MG, Se-EC, caja 85, exp. 19, ff. 1 AHSS, F-MG, Se-EC, caja 85, exp. 19, ff. 4 AHSS, F-MG, Se-EC, caja 83, exp. 43 AHSS, F-MG, Se-EC, caja 139, exp. 18

jueves, 25 de agosto de 2011

Una Historia de Amor

En este momento estoy leyendo una historia 'romántica' clásica de la Literatura Inglesa, se llama Wuthering Heights (Cumbres Borrascosas en la traducción al español) escrita por Emily Bronte en 1847. El estilo es típico de la época, adornado y descriptivo sin embargo, al contrario de muchos de sus contemporáneos, es fácil de leer; la historia se mueve con una agilidad atípica, es atmosférica y por fragmentos se vuelve verdaderamente tenebrosa. Este estilo narrativo es lo más cercano que yo he leído fuera del Género Gótico que se asemeje a las grandes obras de Poe.

Tiene otra característica que la distingue de cualquier otro Drama-Romance, particularmente de entre aquellas de su época: Los personajes principales son todo lo opuesto a héroes, son caprichosos, egoístas, crueles y manipuladores. No sólo eso, la novela refleja con una claridad que perturba, la realidad del círculo vicioso que es la violencia verbal y el abuso físico dentro de un hogar. En 1847... wow.

La novela describe la historia del apasionado amor truncado entre Catherine Earnshaw y Heathcliff, de cómo sus decisiones lo vuelven imposible, y de cómo finalmente esas grandes pasiones llevan a su propia destrucción y a la de muchos a su alrededor. Reconocida como una de las grandes novelas clásicas, la pareja principal es sinónimo de la ausencia de autocontrol que destruye aún el amor más grande. Para mí representa la imagen literaria más clara de cómo el abuso genera abusadores en una cadena sin fin.

Desde hace seis años, cuando mi primer angelito llegó a mi vida, mi tolerancia ante historias de crueldad infantil me generan tal ansiedad que encuentro difícil enfrentarlas de principio a fin; evito todo programa o película cuyo tema central sea éste pero, a decir verdad, es un tema que uno no encuentra con cotidianidad en libros de ficción. Completamente desprevenida, pasajes de este libro me han dejado con un nudo en la garganta ante las situaciones descritas que el lector reconoce como la primera pieza que inevitablemente conducirá a la caída del resto de ellas en un efecto dominó.

Mi recomendación, sin embargo, es alta. La historia está bellamente tejida, si bien las situaciones son duras,  y la mayoría no reaccionará con la misma agudeza ante los pasajes que tanto trabajo me costaron a mí. Si Romeo y Julieta te parece una tragedia, Cumbres Borrascosas sería la versión adulta de la misma; de igual esplendor pero con fantasmas escondidos entre las sombras debajo del balcón de la heroína.

No la pases por alto, léela, disfrútala, pero no dejes muy lejos la caja de kleenex.

lunes, 1 de agosto de 2011

Pánico en Masa: La Transmisión de la Guerra de los Mundos

El 30 de octubre de 1930 sucedió, por factores no planeados y francamente incomprensibles, uno de los casos más relevantes en la historia de un engaño que desembocó en un ataque de histeria masivo involucrando aproximadamente a un millón de personas. Increíble, verdad? Bueno, espera a conocer los detalles y te parecerá aún más inverosímil.

Eran los años antes de que la televisión llegara a nuestros hogares para acabar con las conversaciones alrededor de la mesa, o para educar a nuestros jóvenes con brillantes enseñanzas provenientes de "reality shows". No, en 1938 el medio número uno de entretenimiento era la radio y, tal como hoy, los oyentes se sentaban en su sillón más cómodo preparados para disfrutar por una hora de sus programas favoritos.

En Estados Unidos, donde esta historia se desarrolló, las dos cadenas de radio más importantes competían por el número de radio oyentes, siendo NBC la cadena más fuerte durante la transmisión de los domingos por la noche. El entonces famoso Orson Wells, que en 1941 dejaría nuevamente su marca al dirigir la película más famosa en la historia del cine: Ciudadano Kane, fue encargado con hacer una adaptación para el radio de la reconocida novela "La Guerra de los Mundos" para la cadena rival: ABC.

La novela, para quien no la conozca, narra la historia de un hombre que sobrevive a la invasión de Londres por criaturas de marte. Así pues, la adaptación colocó la acción en el noreste de Estados Unidos y más que la lectura monótona de actor tras actor, tomó forma de una serie de boletines informativos que detallaban el estado de la invasión, llendo tan lejos como contratar a un actor cuya voz parecía ser la del Presidente Roosvelt, entonces presidente activo de la nación, cuando el 'Secretario del Interior' se dirige a los radioescuchas para reconocer la gravedad de la situación.

"Claro, así quién no sería engañado" te dices en este momento, no es así? No tan rápido. La situación es que el mismo Orson Wells anuncia la transmisión como una ADAPTACION de la conocida novela y en diferentes puntos a través de la misma, se recuerda al público de lo ficticio de la situación.

Bueno pues, entonces cómo carambas es que al rededor de un millón de personas decidieron ignorar toda advertencia y salir huyendo de sus casas... Te explico; recuerdas que mencioné que la cadena más popular era la NBC? Bueno, la gente en realidad no escuchó nunca la transmisión completa porque estaban escuchando la OTRA cadena cuando, como era su costumbre, durante el intermedio cambiaron a el otro show, todo lo que escucharon fue una serie de flashes noticiosos que sonaban extremadamente reales.

Toma en cuenta que no hacía mucho el mundo estaba en guerra, la segunda guerra mundial, y la gente vivía con un muy real miedo de que su país se viera atacado finalmente.

Durante todo este caos masivo, se reportaron partos prematuros, infartos y hasta algunos muertos, aunque éstos nunca fueron oficialmente reconocidos. Algunos entrevistados después reconocieron hasta haber 'sentido' la tierra temblar cuando los monstruos descargaban sus bombas desde el aire, como narrado por la radio y podían 'oler el humo'. Las carreteras se bloquearon en algunos casos y hubo accidentes automovilísticos reportados. Y a qué demonios salió tanta gente si se suponía que había bombas cayendo del cielo y marcianos merodeando las calles? Según especialistas en este tema, el único instinto más importante que el de la autopreservación, es el de preservar a nuestros seres queridos o al menos, reunirnos con ellos cuando lo peor llegue. Y yo que creía que no había prácticamente nada noble en la naturaleza humana...

Oscar Wells se dijo siempre tremendamente desconcertado por la reacción, ya que nunca fue su intención y, eventualmente, todas las demandas en su contra fueron retiradas con más de uno sintiéndose como idiota. Ahora te ríes y piensas que en esta época sería imposible montar un teatro así... piénsalo otra vez. Que harías tu si un actor desconocido interrumpiera tu programa favorito para anunciar que un asteroide viene en camino de impactar con la tierra y no hay posible salvación? Te aseguro que no esperarías a que López Dóriga lo repitiera, tal vez no saldrías corriendo pero sentirías al menos una gota fría correr por tu espalda y más de uno se aventaría por una ventana.

La verdad es que cuando nuestra mortalidad viene a tocarnos la puerta, somos siempre de la idea de mejor no responder; aún si eso implica recurrir a acciones que bajo otra luz parecerían tontas. Cuando se trata de sobrevivir y salvar a nuestros seres queridos, toda lógica sale por la ventana.

En el año 2002 hubo una terrible estampida humana en un pasaje montañoso camino hacia un templo importante en el Himalaya. Nadie sabe cómo corrió el rumor, pero la gente estaba convencida de que una avalancha venía hacia ellos y el pánico resultante causó la muerte de 150 personas.

Creo que nuestro error más grande como 'seres civilizados' es subestimar nuestros instintos más básicos y el poder que éstos tienen para dictar nuestras acciones en situaciones extremas. Definitivamente el pánico en masa es otro ejemplo interesantísimo de lo complejo de la psicología humana y nos deja pensando qué tan fáciles víctimas seríamos nosotros bajo las circunstancias adecuadas?

Aquí les dejo el link a la transmisión original, que por cierto, años después del hecho fue readaptada, traducida y retransmitida en Portugal y México para celebrar el 60 aniversario de la histórica transmisión con los MISMOS RESULTADOS!! Reportado incluso, por el periódico El Universal de México. El gobierno mexicano procedió, ante los rumores generados, a una búsqueda exhaustiva de los restos del supuesto meteorito... hablando de la fuerza de los medios de comunicación...

domingo, 3 de julio de 2011

Complicaciones


Como en un libro abierto
leo de tus pupilas en el fondo;
¿A qué fingir el labio
risas que se desmienten con los ojos?

Gustavo A. Béquer. RIMA XLIV



Hace unas semanas recibí un correo de una amiga querida de la que no había escuchado en un buen tiempo. Ella vive en México y yo en Canadá, así que la comunicación es más complicada que en la mayoría de los casos y, a decir verdad, llamar o escribir correos no es lo suyo, por lo que nos ponemos al corriente cada vez que tengo oportunidad de ir a México.

Está bien, me costó un poco de trabajo entenderlo pero ella es así y sé que hay un sentimiento que nos une que es más fuerte que las llamadas telefónicas. Sin embrago, antes de que me mandara dicho correo, publicó unas fotos en facebook sobre sus últimas vacaciones en Nueva York... a 8 horas manejando desde Montreal, en una ciudad a la que nosotros acudimos con regularidad, y ni siquiera recibí una llamada para decir "Hola, estoy por aquí. Me alcanzas?"

Claramente, estaba sentida; así que leí su mensaje con una mezcla de curiosidad y molestia. Para mi sorpresa, ella me reclamaba A MI por no haberle contado acerca de la publicación de mi libro (Perpetual Night. Por cierto, ya tienes tu copia? Nunca es un mal momento para un poco de desvergonzada auto propaganda. ;D).

Mmmm... tenía razón. Pero yo también tenía derecho a mi enojo. Con el tono más apenado e indignado que pude encontrar, contesté explicando lo sorpresivo que había sido lo de la publicación y cómo no lo había compartido con nadie más que mi familia más cercana. Ella a su vez me respondió contándome los detalles de su viaje y cómo había sido puesta en una situación muy complicada que no le había dejado opción para hacerse de un espacio para vernos.

En fin, me perdonó, la perdoné y hoy la vida es bella una vez más; excepto... las dos nos dijimos verdades a medias y las dos lo sabemos. Es más, probablemente nuestras mentiras sirvieron para acallar nuestras propias conciencias más que a la otra.

Toda esta situación me ha hecho reflexionar sobre lo complicado de las relaciones humanas. ¿Porqué nos mentimos unos a otros pero, sobretodo, a nosotros mismos?

Aún en su situación, ella podría haberse tomado media hora una noche antes de dormir y llamarme; yo podría haberle contado sobre uno de los sucesos más importantes de mi vida. La verdad es que, después de un día de poner sonrisas a medias y esforzarse por pasar un buen rato en compañía no tan grata, probablemente estaba demasiado cansada para sostener una conversación ligera y dar explicaciones. Por mi cuenta, yo estaba demasiado concentrada en mi día a día y en el nerviosismo de ver mi primer trabajo en impreso para tomarme el tiempo de llamarle a alguien con quien no suelo conversar por teléfono.

Los puntos anteriores son la verdad fría y sin tapujos, pero es fea y con seguridad no nos hubiera lleva a una reconciliación.

La verdad no nos gusta porque es cruda, vulgar; reduce el amplio espectro de grises dentro de nosotros en un simple blanco o negro. Esa no es forma de vivir. A nosotros nos gustan los tonos diversos, la gama de posibilidades, el romanticismo, y por lo tanto, preferimos una verdad enmascarada donde todos sabemos lo que yace debajo pero elegimos el maquillaje. Si aún lo dudas, pregunta qué quiere decir la gente cuando llama a alguien sincero o franco. Estas palabras son el lápiz labial de la insensibilidad y la rudeza; ahora dime, ¿Cuales dos son más populares?

El secreto de una vida social exitosa es la diplomacia, y qué otra cosa es la diplomacia sino maquillar los hechos y decir verdades a medias? Ahora, no me mal interpretes, no estoy a favor de la mentira ni de la falsedad. Aún disfrazando los mensajes se puede ser honesto, sólo se requiere de creatividad. No necesitas decir: "Estuve muy apurado y ni tiempo tuve para acordarme de tí", cuando puedes decir: "Tuve un día de locos pero en cuanto oí tu voz, mejoró". Confesémoslo, tu mujer o novia estaba a punto de ponerte de patitas en la calle por olvidar llamarle del trabajo por enésima ocasión. No la engañas, ella sabe que lo olvidaste (otra vez!) pero con esta respuesta te ganaste el beneficio de la duda y una larga conversación telefónica para redimirte. A lo mejor hasta te deja dormir en la cama.

Ah, la diplomacia! Sinónimo de romanticismo y complicación. Las relaciones humanas nos retan constantemente para encontrar nuevas formas de decir la verdad sin decirla; para buscar una nueva sombra bajo el sol entre el parapeto de la sinceridad y la mentira. Así que sigue adelante; busca y busca otra vez, y mientras estás en el proceso dime: ¿Cuándo fue la última vez que dijiste la verdad sin tapujos?

sábado, 14 de mayo de 2011

In Memoriam

Hace unos días, alguien especial para mí se nos adelantó en ese largo camino que a todos nos aguarda hacia el otro lado del río. A la vez triste, porque pasará un tiempo antes de que nos reencontremos, y tranquila porque donde él está ya no hay dolor; pasé gran parte de la semana debatiendo mi mente y corazón en este conflicto de emociones. Como un irónico reflejo del desasosiego dentro de mí, esta misma semana pasamos una fecha que conlleva particular felicidad: El día de las Madres.

Así pues, entre tristezas y alegrías recordé una poesía que leyera yo en mi infancia y que me recuerda muchísimo a mi madre. Gracias a Dios, aún no puedo decir que haya vivido en carne propia la tristeza de la que habla dicha composición; sin embargo, la pérdida de un ser cercano no me es ajena y todos los que se llaman afortunados como yo, podemos relacionarnos con las pesadillas que de tal ausencia se derivarían.

Porque igual duele un padre o una madre, porque la falta de nuestros seres queridos es siempre difícil de aceptar, aquí les dejo este poema.

A tí que ya no estás entre nosotros, te quiero. Saluda a aquellos que hace tiempo no vemos, los tenemos en nuestro corazón y en nuestros rezos. Dicen que uno sólo muere cuando nadie lo recuerda más; ustedes tienen mucha vida por delante.


UN RECUERDO

Es un recuerdo dulce, pero triste,
de mi temprana edad;
mi madre me llevaba de la mano
por la orilla del mar.

Alzábanse las sombras de la tarde
como pardo cendal,
y a gritar comenzaba en la cañada
en huaco pertinaz.

[…]
Más de improviso, atravesando el viento,
escuchóse fugaz
de las campanas de la aldea vecina
tañido funeral.

Detúvose mi madre y en silencio
la contemplé rezar,
y de llanto llenáronse sus ojos
y se inmutó su faz.

-¿Porqué lloras mi madre? Le decía
con dulce ingenuidad,
y ella me contestó dándome un beso:
-Es preciso llorar;

Que con lúgubre toque las campanas
anunciándome están
que un hombre, como todos, de esta vida
pasó a la eternidad.

-¿Y tú te has de morir? La dije entonces,
¿Tu amor me faltará?
Y ella sin contestar, nomás lloraba
y yo lloraba más.

Sobre su seno recliné mi rostro,
y ella con dulce afán,
enjugando mis lágrimas, decía:
-Vamos, ya está, ya está.

Pocos años después perdí a mi madre,
no ceso de llorar
y en sueños la contemplo cada día;
del Cielo viene ya.

Llega y se acerca hasta tocar mi frente
su rostro celestial,
y con acento tierno me repite:
-Vamos, ya está, ya está.

Rosa Espino.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Experiencias y Experimentos: El Experimento de Stanford Prison

En agosto de 1971 en una de las universidades más prestigiosas del mundo, la Universidad de Stanford en California, los alumnos de la carrera de Psicología diseñaron un experimento subvencionado por la Armada de los Estados Unidos, que buscaba una explicación a los conflictos en su sistema de prisiones y en el del Cuerpo de Marines. Dirigidos por el entonces docente en la universidad Philip Zimbardo, el grupo de investigadores intentaba probar que los rasgos propios de la personalidad de prisioneros y guardias resultaban claves en la disposición para soportar o imponer situaciones de abuso cometidos con frecuencia en las cárceles.

Los participantes fueron reclutados a través de anuncios en los diarios y el ofrecimiento de una paga de 15 dólares diarios (más o menos unos 60 dólares de hoy) por participar en la “simulación de una prisión”. De setenta jóvenes que respondieron, los veinticuatro que se estimaron más saludables y estables psicológicamente fueron seleccionados. Los participantes eran predominantemente blancos, jóvenes y de clase media; todos estudiantes universitarios.



El grupo de jóvenes fue dividido aleatoriamente en dos mitades: los “prisioneros” y los “guardias”. Más tarde los prisioneros expresarían su opinión de que los guardias habían sido elegidos por ser más robustos, aunque en realidad se les había asignado su papel mediante el lanzamiento de una moneda y no había diferencia clara de estatura o complexión entre los grupos.

La prisión fue instalada en el sótano del departamento de psicología de la afamada universidad que se acondicionó como cárcel ficticia. Un investigador asistente sería el “alcaide” y Zimbardo el “superintendente”. Dado que en las prisiones reales los prisioneros son sometidos a experiencias que los deshumaniza, diferentes condiciones dirigidas a provocar la desorientación, despersonalización y des-individualización de los participantes se establecieron.

Los guardias estaban uniformados con porras, uniformes caqui de estilo militar y lentes de sol tipo espejo para impedir el contacto visual entre prisioneros y guardias. Los guardias fueron organizados en tres turnos y volverían a casa durante las horas libres, aunque durante el experimento muchos se prestaron voluntarios para hacer horas extra sin paga adicional.


Los prisioneros debían vestir sólo batas con el número de prisionero cosido al frente y atrás, sin ropa interior y sandalias de goma para forzarles a adoptar “posturas corporales no familiares” y contribuir a su incomodidad y desorientación. Así mismo, se les designaría solamente por número, nunca por sus nombres y debían llevar medias de nylon en la cabeza para simular que tenían las cabezas rapadas. Como toque final, una cadena de metal sujetada alrededor de uno de sus tobillos como “recordatorio constante” de su encarcelamiento y opresión.

A los guardias no se les proporcionaron reglas explícitas aparte de la prohibición de ejercer la violencia física, pero se les dijo que era su responsabilidad dirigir la prisión y que podían hacerlo de la forma que creyesen más conveniente.

A los participantes seleccionados como prisioneros se les dijo simplemente que esperaran en sus casas una visita el día que empezara el experimento. Sin previo aviso la policía del departamento de Palo Alto, que cooperó en esta parte del experimento, se presentó y los arrestó por robo a mano armada. Los prisioneros fueron procesados tal como criminales reales, incluyendo la toma de huellas dactilares y de una fotografía para ser fichados. Tras este proceso fueron trasladados a la prisión ficticia, donde fueron inspeccionados desnudos, despiojados y se les dieron sus nuevas identidades.

Nadie podía prever entonces las terribles situaciones que estaban por presentarse y que conllevaron a la terminación prematura del experimento en sólo seis días. Estaba previsto que el experimento duraría quince. Los prisioneros sufrieron y aceptaron, un tratamiento sádico y humillante a manos de los guardias y al final muchos mostraban graves trastornos emocionales.

Tras un primer día relativamente tranquilo, la mañana del segundo se desataría un motín. Los guardias se prestaron como voluntarios para hacer horas extras y disolver la revuelta, atacando a los prisioneros con extintores. A partir de ese momento, los guardias trataron de dividir a los prisioneros y enfrentarlos situándolos en bloques de celdas para buenos y malos, haciéndoles creer que había informantes. Desconocido para ellos era el hecho de que tácticas similares son empleadas también en prisiones reales.

Los "recuentos" de prisioneros evolucionaron hacia experiencias traumáticas en las que los guardias atormentaban a los prisioneros y les imponían castigos físicos, que incluían ejercicios forzados; el derecho de ir al baño pasó a ser un priviliegio que se podía negar; incluso se llegaron a retirar los colchones de las celdas de los malos, forzándolos a dormir desnudos en el suelo. La comida también era negada frecuentemente como medida de castigo.


El investigador a la cabeza del experimento, Dr. Zimbardo, más adelante reconocería el grado creciente de involucramiento que él mismo sentía, guiando y participando activamente en él. El cuarto día, él y los guardias reaccionaron ante el rumor de un plan de escape tratando de trasladar a los presos a un bloque de celdas reales poco usadas por el departamento de policía local, idea que la policía - con toda razón - rechazó.

Con forme el experimento avanzó, muchos de los guardias incrementaron su sadismo, particularmente por la noche, pensando que las cámaras estaban apagadas. Cuando a los prisioneros se les ofreció la 'Libertad Condicional' a cambio de toda su paga, la mayoría aceptó; pero cuando ésta fue rechazada, ninguno abandonó el experimento. 


Algunos prisioneros empezaron a mostrar desórdenes emocionales agudos, llegando incluso a la presentación de sarpullido psicosomático en un caso. Llanto y pensamiento desorganizado entre los prisioneros se volvió cosa habitual y dos de ellos fueron afectados tan severamente que debieron ser reemplazados.

Uno de los prisioneros de reemplazo, al ver las condiciones de la prisión quedó horrorizado e inició una huelga de hambre que le costó la fama de revoltoso, no sólo entre los guardias, sino entre sus compañeros de pena que, psicológicamente sometidos, prefirieron meterle en confinamiento solitario que pasar una noche sin cobijas a cambio de dejarle proseguir con sus quejas.

El experimento fue finalmente suspendido cuando una estudiante de posgrado no familiarizada con el experimento objetó las condiciones de la prisión tras ser introducida para realizar entrevistas. Increíblemente, más de cincuenta personas externas habían presenciado el estado de las cosas en un momento u otro pero ninguno nunca cuestionó su moralidad.

Tristemente, después de pasar por todos los problemas de planeación y realización; después de haber traumatizado a una decena de muchachos que sin deberla ni temerla debieron de experimentar lo que prisioneros de guerra experimentaron en Abu Ghraib, habría que reconocer que el experimento estaba condenado a fallar desde el principio.

Para aquellos de formación no científica: es imposible pensar que se obtendrán resultados objetivos cuando uno de los investigadores se encuentra tan profundamente involucrado en su propio experimento, y me parece sorprendente que en una universidad de este nivel se haya pasado por alto semejante falta.

Otro tema por completo, y mucho más difícil de discernir, es qué aprendizaje se obtiene de este lío... prácticamente todas las conclusiones a las que los investigadores llegaron han sido rebatidas por experimentos más legítimos posteriores; sin embargo, es imposible repetir el estudio como tal, dado que actualmente esto rompería con TODOS los estándares de ética profesional (que cambiaron como consecuencia directa de éste y otro experimento: El experimento Miligram, realizado por un colega y amigo de Zimbardo).

Fuera del aspecto psicológico, como meros seres humanos pensantes, este experimento nos debería hacer cuestionarnos la funcionalidad de nuestras prisiones. Si estudiantes de universidad sin ningún antecedente legal, se transformaron en torturadores sádicos y 'prisioneros' deshumanizados y traumatizados; que sucederá dentro de prisiones reales? Y más importantemente, de qué nos sirve encerrar a alguien por algunos años si ahí sólo aprenderá a ser peor...

Definitivamente, algo para reflexionar.

viernes, 8 de abril de 2011

Sobre Ficción y Realidad. La Historia Detrás "Hotel California"

¿Cuando es mejor la ficción que la realidad? Es una muy buena pregunta que tiene muchísimas posibles respuestas pero el factor determinante aquí, sería el contexto.

En prácticamente todos los casos, la realidad es menos glamorosa y en contados ejemplos puede sobrepasar a nuestra imaginación. Sin embargo,  también es cierto que casi siempre es preferible conocerla, pues si bien la ignorancia tienes sus bendiciones, no por eso la situación es mejor. Por ejemplo: Si tu novio no te quiere y anda por la vida cortando amores como flores, pues el hecho de que no lo sepas te impide sufrir; pero eso no cambia que tu novio ni te quiere, ni te es fiel. En fin, hoy el tema va más hacia lo ligero; como antes decía: CONTEXTO. Hoy hablemos de los cientos de leyendas urbanas que circulan a nuestro alrededor y que alimentan nuestra imaginación y nos apasionan a chicos y a grandes.

Como todo aquel que haya tomado clases de idiomas en algún momento sabrá, la música es un recurso didáctico al que se recurre con frecuencia. Así fue como en mis años escolares, estudiando inglés, mi camino se cruzó con The Eagles,  famoso grupo de rock-country americano; específicamente, con su canción más reconocida: Hotel California. Por supuesto, el chiste del ejercicio era escuchar la letra de la canción y tratar de entenderla. Alguna vez le has prestado atención? Es bastante inusual y un poco tenebrosa, así que estaba escrito en las estrellas; fue un amor a primera vista... bueno, oída.

Tooodos saben que soy una fan empedernida de todo aquello paranormal, terrorífico, endemoniado o, al menos, tenebroso. La letra me cautivó inmediatamente y mi admiración no pudo más que crecer cuando mi profesor nos contó que la letra estaba basada en la historia real de un par de asesinos en serie que tenían un pequeño hotel al pie de la carretera donde servían a los inquilinos como plato principal. Ah! Qué más necesita la ferviente mente de una adolescente para dejar su imaginación volar!

Pasaron años y yo repetí la historia un sin número de ocasiones y, por supuesto, nunca la olvidé; sin embargo quedó relegada al archivo de mi cerebro bajo el rubro: Enciclopedia de Conocimientos Inútiles. Ayer, mientras recogía la casa escuchaba música, cuando mi iphone tiene a bien poner la canción después de meses de no oírla (lo tengo siempre en el modo 'random', de forma que él elige qué es lo que escucho). Como ya había terminado con mis quehaceres domésticos y tenía un poco de tiempo disponible, decidí buscar en internet las historias que circulaban sobre esta canción... oh! terrible decepción.

No sólo hay mucha gente que no cree en todas las leyendas urbanas que rodean al tema, sino que en diferentes ocasiones los mismos Eagles fueron entrevistados y desmintieron toda conexión paranormal o tétrica. En sus propias palabras, la canción es una metáfora sobre el acelerado ritmo de vida que ofrece la ciudad de Los Angeles y su decadencia, que atrapa toda la inocencia de aquel que arriva con sueños de grandeza, y lo envuelve en drogas, dinero y/o violencia.

OOPS...

Seguí leyendo, al menos para conocer las diferentes historias que se habían hecho populares desde el año mismo de su estreno. Bueno, hay varias; 1. El grupo era parte de La Iglesia Satánica, dirigida por Anton LaVey, y la canción hablaba de las ocurrencias regulares en el seno de esta secta. 2. La historia que anteriormente te relaté sobre los hoteleros caníbales. 3. En Chicago, por aquellas fechas había una prisión y otro rumor era que la letra contaba diferentes historias que habían sucedido dentro de ese lugar. Y finalmente,  4. En Los Angeles se encontraba el entonces famoso hospita psiquiátrico: Camarillo State Hospital, al que popularmente llamaban "Hotel California". La canción supuestamente contaba la historia de un paciente delirando.

La más famosa por mucho y sobre la que hay más información es la que envuelve a los músicos con La Iglesia de Satán. El mito es fascinante, y leyendo todas las pequeñas claves que aquellos que aún defienden esta versión encuentran, tanto en la letra como en la fotografía del álbum, es fácil dejarse seducir y creer sólo por un momento... si no puede ser real, al menos podemos permitirnos soñar.

Los hechos que ningún fan de esta banda y canción me perdonarían nunca olvidar, es que el solo de guitarra que se escucha en la versión original es considerado por los fans, como el mejor solo de guitarra de la historia, y por los críticos y conocedores, como el número 8. El álbum es considerado como el número 37 en toda la historia (Rollong Stone Magazine) y tanto el álbum como todos los miembros de la banda han sido inducidos al Salón de la Fama del Rock.

Ahí está, una maravillosa historia que aún hoy causa controversia.
Disfruten de su fin de semana!
Acercamiento de la contraportada que supuestamente
muestra a Anton LaVey en el verdadero Hotel California,
la supuesta primera Iglesia Satánica en EU. En realidad se
trata del Beverly Hills Hotel conocido como 'Pink Palace'.


PD. Para todos aquellos interesados en profundizar en la historia, les dejo dos links super completos.

http://hotelcaliforniameaning.com/
http://www.snopes.com/music/songs/hotel.asp